El cantante argentino Sandro, uno de los artistas más populares de América Latina, acaba de fallecer a los 64 años, dejando una obra de más de cuatro décadas que recorrió desde el rock hasta la balada y que le valió comparaciones con Elvis Presley.
Sin duda que Sandro deja una profunda huella entre sus miles de fans que esperaron 45 días de espera en una batalla con victorias sutiles y retrocesos parciales contra una enfermedad que lo aquejó por más de una década : un enfisema pulmonar crónico por la que estaba en estado crítico.
Sandro había recibido un complejo trasplante cardiopulmonar y, contra todos los pronósticos, logró reponerse a varias recaídas durante las seis semanas que estuvo internado en un hospital de la provincia de Mendoza, en el oeste de Argentina. Tanto, que él y sus fans se habían atrevido a soñar con la posibilidad de un nuevo concierto.
Pero poco apoco su salud fue desmejorando y fue sometido a sucesivas intervenciones. La última, horas antes de su muerte. Tras difundirse el parte médico de su deceso, las escenas de dolor se repitieron frente al centro médico mendocino y en la puerta de su casa, en el barrio bonaerense de Banfield.
Es que Sandro, como a pocas figuras del ambiente artístico argentino de hoy, fue un cantante de todos. Sus baladas románticas y sus canciones sutilmente rockeras son parte de ese repertorio popular que casi ningún argentino puede ignorar. Eso, y su imagen de Gitano carismático, estrepitoso, de bata roja y voz sensual.
Sandro coleccionó récords que quizá le importaron poco, pero que todos citarán a la hora de medir el impacto de su muerte. En cuatro décadas sobre el escenario grabó 52 álbumes. Vendió por lo menos 8 millones de copias, aunque muchos estiman que podrían ser tres veces más. Filmó películas que retroalimentaron su éxito musical, en las que compartió cartel con las mujeres de la época.
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